El cáncer en los padres: cambios en las rutinas de la familia
Si es un padre o madre que hace poco recibió un diagnóstico de cáncer, hay algunas inquietudes muy importantes o elementales en relación con cómo ayudar a los niños a afrontar todo el estrés y los cambios en la familia. Los niños son muy sensibles a los cambios en el estado de ánimo y los comportamientos de los padres. Incluso pueden presentir que hay algo mal antes de que empiece a hablarlo con ellos. Hablar sobre el cáncer y las emociones que surgen no es algo que se hace en una única conversación, sino en una serie de conversaciones que continuará a lo largo del tratamiento. No hay forma de cambiar el hecho de que el cáncer es una enfermedad grave que afecta a toda la familia. En general, hablar con los niños de manera tranquila y positiva, y ser capaz de responder a sus preguntas, ayudará a que acepten y respondan a los numerosos desafíos que surjan. Reconocer y expresar las emociones ante los familiares puede ser la base para encontrar fuerza y resiliencia en toda la familia. Las siguientes preguntas y respuestas pueden ayudarlo a anticiparse y responder con más facilidad a los cambios en los ritmos y las rutinas de la familia debido a la enfermedad de uno de los padres.
P: Soy padre o madre de dos niños en edad escolar. Hace poco me diagnosticaron cáncer. ¿Nuestra vida familiar podrá permanecer "normal"?
R: La respuesta simple es no. Es probable que haya muchos cambios. Pero la familia definirá la "nueva normalidad" a medida que aprendan a lidiar con la enfermedad y el tratamiento. Se necesita tiempo para que la rutina nueva surja y para que las diligencias, las comidas y el transporte ocurran de la forma que su familia espera. Tengan paciencia, comuníquense entre sí y pidan apoyo a los demás cuando sea necesario.
P: ¿Qué cambios puedo esperar?
R: Usted y su familia deberán ser flexibles. Es probable que, en el futuro cercano, no puedan confiar en un cronograma predecible. Los cambios físicos y emocionales, además de las reacciones al tratamiento, probablemente afectarán la rutina diaria. Es probable que la exigencia de un nivel nuevo de flexibilidad nunca haya sido mayor. Pida a su familia que reflexione sobre las rutinas que consideran más importantes. Intente poner la energía en ellas. Los siguientes son algunos de los cambios probables: transporte, preparación de las comidas, diligencias, asistencia en las funciones de sus hijos, visitantes en la casa, comunicación con amigos, reglas de la casa, niveles de energía de cada uno, necesidades emocionales, días festivos y vacaciones. Puede ser frustrante. Aprender juntos a ser más flexibles y superar la adversidad puede ser un beneficio oculto de la experiencia con el cáncer para usted y su familia.
P: ¿Cómo combino las rutinas viejas con las necesidades nuevas a las que nos enfrentamos?
R: Puede ser difícil, por no decir imposible, intentar seguir las rutinas viejas. A veces, intentar mantener las rutinas viejas puede exigir más energía que simplemente ajustarse a las nuevas. Cambiar las rutinas viejas no es malo. Como padres, siempre preparamos a nuestros hijos para enfrentarse con la adversidad. Es una oportunidad para seguir educándolos, aunque sea una que uno no pide. Hay muchas cosas que puede hacer para preparar a la familia para algunos de los cambios que habrá. Mantener una comunicación abierta es una de las más importantes. Ayude a los niños a priorizar los eventos importantes de los próximos meses. Tenga planes de contingencia para los más importantes, como que un amigo lleve a los niños a una fiesta si usted no puede hacerlo. Dígales a sus hijos cuando se siente cansado o enfermo. Dígales que, sin importar cómo se sienta o actúe, los ama de la misma manera. Piense qué tipos de cosas pueden hacer sus hijos para sentir que tienen un objetivo. Por último, deje que otros adultos sepan lo que pueden hacer para ayudar. Casi todos estarán felices de ayudar con las tareas diarias de cuidado de los niños. Intente recordar que es probable que todo retome un sentido de normalidad cuando el tratamiento termine.
P: ¿Qué tan involucrados deberían estar mis hijos en mis cuidados en el hogar?
R: Primero, es importante determinar cuánto quieren involucrarse sus hijos. Algunos hijos pueden pensar que cuidar a un padre es demasiado difícil a nivel emocional. Si esto sucede, busque otras formas de que ayuden en el hogar. En algunos casos, puede estar obligado a depender de la ayuda de sus hijos. Intente darles tareas que puedan hacer con facilidad. Dígales todo lo que eso significa para usted. Tenga presente que la edad importa. Los niños menores no mantienen la atención por mucho tiempo. Deles tareas que puedan hacer de manera fácil y segura por su cuenta. Podría pedirles que paseen al perro, que le traigan un vaso de agua o algo para leer. Los preadolescentes y los adolescentes ayudarán, a pesar de las protestas que escuche. Descubra las tareas que les resulten más cómodas. A menudo, los adolescentes sienten vergüenza por los cambios corporales y por las rutinas y tareas que vienen con el tratamiento para el cáncer. Mediante la comunicación, podrá determinar las diligencias y tareas que pueden hacer con más comodidad. A menudo, los adolescentes tienen que sacrificar el tiempo con los amigos para ayudar en casa. Algunos adolescentes quizá ya están acostumbrados a tener más libertad e independencia de la familia. Pueden resistirse a la necesidad de concentrarse más en los asuntos familiares. Un adolescente más grande podría preferir tareas que hagan énfasis en su madurez, como manejar a la tienda para buscar un medicamento recetado o llevar a los niños más pequeños a la escuela.
P: ¿Cómo sé si mis hijos sobrellevan bien la situación?
R: Los niños le harán saber cómo se sienten mediante sus palabras y comportamientos. Hay distintos signos a los que debe estar atento que pueden indicar que los niños tienen dificultades. Cuando hable con los niños, observe si los esfuerzos para entablar una conversación o hacer actividades diarias fallan con frecuencia. ¿Los niños se rehúsan a hablar con todos sobre su enfermedad? Observe los estados de ánimo de sus hijos y, si detecta niveles más altos de ira o preocupación persistente, quizá sea bueno buscar ayuda. Aumente la comunicación con los docentes o los consejeros de los niños, quienes podrán contarle sobre problemas relacionados con la escuela. La pérdida de interés en pasatiempos o deportes y la renuncia a las actividades con compañeros son otros posibles signos de advertencia. Puede encontrar que hay regresiones en las conductas de los niños. O pueden desarrollar hábitos nuevos o síntomas físicos, como mojar la cama con frecuencia o tener molestias físicas como dolor de estómago o de cabeza y fatiga. Preste atención a los comentarios sobre dolores o molestias nuevas. Los signos de alteración de los niños se pueden aliviar con apoyo profesional. Lidiar con el cáncer de un padre es un estrés poco frecuente en la vida de un niño. Hable sobre estas inquietudes con el proveedor de atención médica de su hijo. Pueden ayudarlo a evaluar los síntomas y las conductas o derivar al niño a otro especialista. Incluso los niños que parecen enfrentarse bien a la situación podrían beneficiarse de la oportunidad de hablar con un consejero o un terapeuta para recibir apoyo emocional.